“Esto” ya está cambiando, Fernando. Los sin futuro quieren tener un presente digno, no parasitario y están poniendo los medios para conseguirlo. Han empezado a plantar semillas. Se sientan y se levantan, hablan y escriben y leen (es asombroso cómo se ha despertado el ansia de leer para comprender lo que hacen. Es el regreso de la praxis), se mueven en los espacios virtuales y en el cuerpo a cuerpo. Necesitan apoyos reales y no solo emocionales. Sería suicida no escucharles y atenderles. Parece que la cosa va en serio y está en juego la democracia.
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